miércoles, 18 de noviembre de 2015

NUESTROS GIGANTES (Hórreos y paneras)


Es, sin lugar a duda, el hórreo la obra más perfecta y representativa de la arquitectura tradicional asturiana y, a la vez, la construcción que mejor distingue y embellece “les caseríes” y los pueblos en los que ocupa los mejores solares.


El hórreo tiene planta cuadrangular, normalmente cuatro pegollos (pilares) y el techo piramidal con cuatro aguas rematadas en punta; la panera, por el contrario, tiene planta rectangular, seis o más pegollos y el techo a cuatro aguas con una viga cumbrera cuya longitud es la diferencia entre el lado más largo y el más corto del rectángulo; la introducción de la panera, en el s. XVII, responde a la necesidad de secar y almacenar el maíz, el nuevo producto traído de América.


Su aislamiento del suelo y su buena ventilación lo hacen ideal para guardar la erga, la escanda, el maíz, la fariña, les fabes, patates, mazanes, ablanes, castañes, el samartín, aperos de labranza, ropa, etc. Pero también sirvió de habitación, cuando la familia tenía pocos recursos y muchos hijos, o cuando una pareja estaba recién casada y sin casa.


 El solorro, un espacio abierto y protegido de la lluvia y el sol, sirve de cobijo para todos los aperos de labranza: carros, llabiegos, carreñes, etc. y de taller para el madreñeru, el cesteru, el ajolateru o el aficionado a la carpintería; se utiliza como era para mayar y rabilar la erga y como lugar para matar el gochu o cualquier otro animal, pero, además, cumple con otras funciones que lo convierten en verdadero «foro» o plaza mayor delPueblo.

Efectivamente, determinados solorros eran lugares de fila, de charla al anochecer o en los días de lluvias; eran sedes de les xuntes, los conceyos abiertos (El Solorro la Xunta) que se hacen en los pueblos para decidir cuestiones comunes: sestaferies, veceríes, venta de bienes comunes, etc.; eran salones de baile los domingos, los días de fiestas y los días de boda; eran lugares de juego para los niños e incluso escuelas, como atestigua E. García Jove.

 LA CASERÍA ASTURIANA
- Vicente Rodrígez Hevia -